Comentario
La población hispanoamericana creció mucho a lo largo del siglo XVIII. Según Sánchez Albornoz, con tasas de hasta el 0,6% en la primera mitad de la centuria y del 0,8% en la segunda (Europa crecía a un ritmo del 0,4 al 0,6% ). Naturalmente los valores de crecimiento eran muy variables, según las regiones. Faltan, además, estudios de muchas de ellas, por lo que hay que aceptarlos con muchas reservas. Peor es aún el problema de la demografía general hispanoamericana, ya que aunque se hicieron algunos censos durante el último cuarto del siglo no abarcaron las grandes unidades administrativas, ni fueron sincrónicos. A título meramente referencial, puede decirse que la población hispanoamericana pasó de unos 10.300.000 habitantes en 1700 a unos 16.910.000 en 1810, lo que representa un aumento del 69%. Su distribución por grupos étnicos era aproximadamente en la misma fecha unos 700.000 blancos, 9.000.000 indios, 100.000 mulatos y 500.000 negros. En 1810 habitan el territorio unos 3.276.000 blancos, 7.530.000 indios, 5.328.000 mulatos y 776.000 negros, para hacer un total de 16.910.000 habitantes.
Poco significa esto, dada la enorme disparidad de cifras existente. Así, para fines de la colonia (1823), Barón Castro calculó una población total de 15.814.000 habitantes, Humboldt de 17.410.000 y Rosemblat de 18.806.000. Mas útil que las cifras en sí mismas será el empleo de los porcentajes de las distintas etnias, que en 1700 conforman un 6,8 % de población blanca, un 87, 4% de indios, un 1% de mestizos y mulatos y un 4,8% de negros. Un siglo más tarde, la población blanca supone un 19,4%, la india un 44,5%, la de mestizos y mulatos es una 31,5% y los negros son el 4,6%.
Vemos así un extraordinario aumento de las mezclas interétnicas (mestizos y mulatos) y de los blancos, así como la permanencia de una enorme masa indígena que, pese a su contracción, suponía todavía cerca de la mitad de la población. Esto último demuestra un indudable propósito político de sostener la sociedad colonial contando con los indígenas, ya que de no ser así los indios habrían desaparecido. La sociedad seguía organizada por estamentos, pero el dinero había irrumpido como factor de nivelación.